viernes, 20 de marzo de 2009

DEGRADACIÓN DEL SUELO



¿QUÉ ES LA DEGRADACIÓN DEL SUELO?


La degradación del suelo es la disminución de su capacidad para soportar vida, n
o solo la vegetal, que es la más aparente, sino también la de la microflora y de la fauna propia del mismo.
La degradación siempre tiene como efecto principal y más visible,
la disminución de la producción de biomasa vegetal. Además dificulta la integración de la materia orgánica depositada sobre el suelo por la agresión que se produce en la fauna y en la microflora.

El principal efecto de la degradación es que dificulta el enraizamiento de las plantas y la disponibilidad de los elementos nutritivos, a la par que hace decrecer la cantidad de agua retenida por el suelo. En estas condiciones, la eficacia de los abonados es menor lo que requiere el empleo de cantidades crecientes para la consecución de producciones semejantes. El encarecimiento de la explotación hace que en numerosas ocasiones sean abandonados incrementandose el riesgo de desertización de las zonas afectadas.

La degradación del suelo lleva siempre consigo una serie de efectos todos ellos negativos. Cualquiera que sea el tipo de degradación sufrida, una de las propiedades que se ve siempre afectada es la estructura, formandose agregados más inestables y con fuerte tendencia a la destrucción y dispersión de los coloides.

El deterioro estructural dificulta el enraizamiento de las plantas y su capacidad de absorción de agua y nutrientes, a la par que agrava considerablemente los riesgos de erosión.

Una estructura deficiente provoca una menor permeabilidad del suelo y una mayor dificultad en la infiltración del agua de lluvia que conduce a un incremento de la escorrentía y a un menor aprovechamiento del agua, con lo que el clima resulta más seco de lo que indica la pluviometría del lugar.


La aridez que se va creando dificulta la pervivencia de la vegetación y empobrece al suelo en materia orgánica, con la consiguiente bajada de la capacidad de intercambio iónico que deteriora sus condiciones físico-químicas. Un pobre complejo de cambio reduce la capacidad tampón del suelo y lo hace más proclive a los bruscos cambios de pH, que pueden conducir a un deterioro de sus características biológicas al incidir sobre la microflora y microfauna presentes.


La disminución de la materia orgánica y la degradación del complejo de cambio provoca una pérdida de nutrientes que autoacelera el proceso degradativo de la vegetación. Simultáneamente se produce una paulatina acidificación del suelo que hace posible la solución de elementos minoritarios que pueden llegar a resultar nocivos para las plantas y los restantes habitantes del suelo, que con la dsiminución de la capacidad de intercambio, conduce a un incremento de la toxididad.

La consecuencia de los efectos expuestos comienza con una pérdida de productividad que conduce al abandono de muchos suelos que, perdida su capacidad para soportar la vida, acaban desertizandose en el estricto sentido de la palabra.

Un suelo sin vegetación está expuesto a su arrastre por el agua y si a ello se le suma la perdida de capacidad de retención de la misma, puede provocar un incremento en los cursos temporales de agua que pueden llegar a provocar inundaciones o avalanchas de material que enterrando suelos vecinos, incrementen la superficie degradada.

Lo que se inicia con una consecuencia económica puede acabar en consencuencias ambientales y, todas ellas, conducen a un deterioro social que se inicia en un empobrecimiento con la consiguiente migración de la población a las áreas urbanas a las que también alcanza el deterioro iniciado en las rurales.

Los principales tipos de erosión del suelo son:


LA DEGRADACIÓN DE TIERRAS

Muchos son los procesos y fenómenos que expresan la degradación de las tierras. Algunos son de tipo físico y se refieren a la pérdida de coberturas vegetales, suelos y aguas por deforestación, erosión o desertificación y otros incluyen procesos bioquímicos que afectan su calidad en velocidades variables, como la pérdida paulatina de fertilidad de suelos vía eliminación de materia orgánica y de microorganismos, compactación o lixiviación de nutrientes.

En tales procesos se entrecruzan varias prácticas equivocadas de uso de la tierra:

  • Quemas que afectan las coberturas vegetales y los organismos edáficos, realizadas para incrementar temporalmente la disponibilidad de nutrientes
  • Tala de bosques para aumentar la frontera agrícol
  • Sobrepastoreo
  • Uso indiscriminado de plaguicidas de síntesis artificial para combatir plagas y enfermedades
  • Utilización excesiva de fertilizantes solubles
  • Arado permanente de la tierra, dejando el suelo desnudo y expuesto a las radiaciones solares.
  • Desperdicio de aguas para riego, drenajes deficientes y uso de aguas salina
  • Uso de maquinaria agrícola pesada en condiciones no adecuadas de humedad edáfica
  • Monocultivos limpios en áreas pendientes
  • Eliminación de cercas vivas y de protección arbórea a nacederos


La erosión, la compactación de suelos, la desertificación o la salinización de las tierras son procesos que pueden abordarse desde el punto de vista de sus efectos apelando a la contabilidad de sus magnitudes físicas, pero que se solucionan en las dimensiones económicas, políticas y científicas, esferas todas estas pertenecientes a la cultura.

En los párrafos siguientes se examinan brevemente dos de los principales fenómenos de degradación de tierras en Colombia y se discute la posibilidad de enfrentarlos con técnicas, procedimientos y principios de la agricultura ecológica.


¿CÓMO EVITAR LA DEGRADACIÓN DE LOS SUELOS?


Cuando se destruye el suelo, el proceso natural de recuperación es muy lento y si se trata de acelerarlo muy costoso, por lo que la prevención es la mejor herramienta. En cualquier caso, existen una serie de medidas que pueden realizarse tanto en la prevención como en la recuperación de suelos degradados:



  • Planificar adecuadamente el uso del suelo, manteniendo el resto del territorio lo más inalterado posible para no acelerar su degradación.

  • Prevenir el avance de la erosión y el deterioro de la vegetación.
  • Realizar actividades agrícolas respetuosas con el medio ambiente y conservar el suelo potencialmente agrícola.
  • Utilizar sistemas de riego que eviten los peligros de sedimentación y salinización
  • Luchar contra la sequía, desarrollando variedades de vegetales resistentes o mejorando los pronósticos de sequía a largo plazo y sistemas de alerta
  • Conservar los bosques y reforestar, especialmente en aquellos lugares con problemas de erosión.
  • Evitar la contaminación de los suelos y en su caso, llevar a cabo prácticas de tratamiento de residuos efectivos.

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